En este tema vamos a abordar aspectos que forman parte del día a día de las entidades e inducen de manera clara en su bienestar. Ambos afectan a los resultados que conseguimos, y a la salud física y mental de las personas que las integran.

Son temas muy complejos, que tocan de lleno la cultura organizativa y por tanto afectan a creencias, hábitos y maneras de hacer individuales y colectivas.

Sin hacer un manual sobre productividad y manejo del estrés, vamos a acercarnos a elementos claves que nos ayuden a comprender sus implicaciones, y replantearnos quizá cambios en la manera de hacer nuestro trabajo de manera más provechosa y sana al mismo tiempo.

La naturaleza del trabajo ha cambiado

Lo que hacemos hoy en día en nuestra jornada de trabajo no es lo mismo que se hacía hace un siglo, la naturaleza del trabajo ha cambiado y nuestra manera de organizarnos y trabajar necesita actualizarse. Estamos en la era del conocimiento y buena parte de las tareas que tenemos que realizar en la actualidad ya no son mecánicas, ni están perfectamente definidas, en cuanto a la cantidad de carga y tiempos que implican.

En el trabajo del conocimiento, el mayor reto es definir qué hacer, y para ello antes de hacer, hay que pensar, algo a lo que no estamos acostumbrados.

Sin embargo, muchos de los hábitos, creencias y maneras de hacer responden a un tipo de trabajo basado en esquemas de la era industrial, que si bien son costumbre, más que ayudar entorpecen.

También hoy en día tenemos a nuestro alcance un montón de herramientas digitales, que también necesitan una revisión crítica en su uso, para que en lugar de gobernarnos, sean instrumentos que utilicemos con sentido.

Aprender a priorizar

El trabajo del conocimiento se caracteriza, porque precisa que antes de ejecutarlo, definamos cuales son las tareas a las que vamos a dedicarnos. Hacer sin más, hacer mucho sin tener claro el foco, implica en muchos casos improductividad y desperdicio.

De hecho el tema que abordamos, tradicionalmente se ha designado como “gestión del tiempo”, pero realmente el tiempo no se gestiona. Se gestiona lo que hacemos en el mismo, las prioridades y, a fin de cuentas, nuestra atención y energía.

Priorizar implica elegir, hay cosas que vamos a tener que dejar de hacer, y eso choca con hábitos relacionados con pensar que hacer mucho es productivo, o con inercias entorno a la deseabilidad, donde todo lo que se nos ocurre parece que hay que hacerlo. En el fondo, es cuestión de sentido común y realismo: ni tenemos tiempo, ni energía para hacer todo lo que deseamos, ni todo es igual de importante.

Así que necesitamos una forma de priorizar no basada en una planificación, sino de una manera de mirar lo que hacemos más orgánica, donde vayamos aprendiendo a discriminar y evaluar donde es importante centrarnos, para acercarnos a nuestro propósito, en cada momento.

Productividad 

Por tanto la productividad no tiene que ver con trabajar muchas horas, ni con hacer todo o mucho, sino con aprender a enfocarnos en aquello que nos acerca mejor a nuestros objetivos, en el enfoque Teal al propósito de la organización, utilizando de manera sabia los recursos que tenemos,  y generando unas condiciones donde las personas puedan trabajar desde el bienestar y la calma.

Necesitamos dejar atrás visiones puramente economicistas asimiladas a hacer mucho o exprimir a las personas y los recursos, para conseguir resultados medibles en términos económicos por encima de todo.

Como decíamos este tema implica confrontar creencias y pautas instauradas y una de ella gira en torno a las horas de trabajo. La productividad no tiene que ver con la cantidad, sino con la calidad.

España se encuentra a la cabeza de los países donde se trabaja más horas al año en Europa y cuyas tasas de productividad son más bajas.

Se trabaja más que en Alemania, Dinamarca o Noruega que están a la cabeza entre los países que menos tiempo dedican al trabajo y tienen mayor productividad. Noruega, por ejemplo, es el país con mayor productividad, con un 79,9%, y el tercero que menos horas trabaja.

Además, según un estudio  de 2021 coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se concluye que los horarios prolongados son el principal factor de riesgo laboral, y provocan un tercio de los problemas de salud ligados al empleo